Un mundo lleno de Arcoiris y Unicornios [Analeigh]

Los últimos días habían transcurrido un poco mas rápido de lo normal, en ocasiones no soportaba el estar junto a otras personas que me estuviesen martirizando la vida un poco mas, prefería quizás un espacio para mi soledad, un minuto en calma, alejada de toda la basura que tenia por sociedad y la mejor manera era encontrar el mundo al que pertenecía y que seguramente había estado posponiendo desde mucho tiempo atrás, el arte.

El arte no solo era la simple idea de tomar un escenario y cantar o hacer algo mas, era un proceso intelectual por el cual era posible expresar tus ideas y emociones, ya fuese mediante recursos lingüísticos, sonoros o mixtos. Me inclinaba un poco mas hacia la melodía incomparable de los pianos, el sonido magnifico con el cual se coordinaban los violines o simplemente lo que yo llamaba el arte en su máxima expresión, el canto y su emisión de sonidos deleitables por medio de la voz.

El espejo, era no mas un testigo de la situación por la que pasaba, total apatía. Mientras pronunciaba un par de palabras ante la incertidumbre y silencio del viento, un frío entrelazo mi cuerpo haciéndome sentir un poco diferente de lo que era, seguir engañándome intentando ignorar lo que pasaba, tratando de vivir en un mundo perfecto de arcoiris y unicornios, no era la mejor solución que podía esperar.

Me encamine sin saber que rumbo seguir. Cruce un par de pasillos en medio de mi inusual euforia hasta que todo desapareció, ahora toda era mucho mas claro. Completamente desolado yacía entre las sombras, el teatro de la academia. Se encontraba perfectamente decorado con tonos color pastel que lo hacia sobresalir por encima de los demás salones, las sillas se emergían en medio de un tinte vino tinto.

Sin la presencia abrasadora de algún individuo me encamine hacia el escenario, ignorando por completo la situación a la que intentaba responder, enuncie un par de letras de las canciones que estaba acostumbrada a componer. Pero ahora, me sentía un poco mas madura de lo que era, sentada en medio de una mezcla inconfundible entre luz y oscuridad emprendí el camino de aprender.

Ahora el reflejo era mi propia luz, mirándome tal vez desde lejos, pensando que como dice una canción "Solo soy una pequeña hormiga". Pero las hormigas siguen su rumbo y no paran de los mas importante por tonterías. Ahora despierto, con un rumbo pero sin el, con un mundo pero sin quererlo sentir, y esto no sirve de nada, ahora nada sirve.

¿Otra opción?, ¿ Diversión?, la inquietud me rondaba. La locura se aprovecho pronto de mi cuerpo, mostrándome un poco demente ante el inexistente publico, quería reír, sonreír, llorar, y burlarme de todo lo que me rodeaba, sin embargo el momento de felicidad poco usual en mi prefería compartirlo a solas sin ninguna distracción que amargara mi insólito momento.

Pero pronto la locura que me poseía, se desvaneció y sin esperarlo preferí meditar un poco acerca de todas mis tal vez acciones estúpidas, aveces no era mas que una inútil para la sociedad y en ocasiones hasta para si misma. Pero la basura que tenia por sociedad, me importaba muy poco. Su mundo estaba lleno de porquerías y desperdicios y estos no hacían mas que ignorar todo lo que pasaba alrededor, como el calentamiento global afectaba su vida, como el planeta se iba destruyendo poco a poco, todos absolutamente todos eran mas que una partida de ignorantes.

Yo por mi parte no podía hacer mucho, mi vida estaba llena de problemas y cuestiones inexplicables, al contrario de los demás todos los días me levantaba muy temprano a hacer cualquier actividad, oxigenar un poco mi mente y refrescarme, pero aun así, me odiaba y prefería desechar todo a un lado, desperdiciando lo mas lindo que hay pero en verdad tedioso para aceptar que todas mis actos no eran mas que suciedad.

Las clases de música, renovaban un poco mas mis pensamientos pero no lo suficiente como para dejar esto que me estaba matando, no tenia muchos amigos, la mayoría de los estudiantes se preocupaban solo por si mismos y yo pensaba lo mismo, cada cual debía responsabilizarse de sus propios hechos y en un segundo plano ya venia lo que lo acompañase. Por mucho tiempo, durante toda mi corta existencía de hecho, había lidiado con problemas totalmente fuera de mi liga; cosas que, segun pensaba, no debían de ocurrirme a mí por que no era lo suficientemente fuerte como para soportarlas.

La gente solía decir que el amor era la razón para sobrevivir en toda vida. Que el amor era la fuerza que nos amarraba al suelo y nos hacía pensar dos veces antes de hacer algo estúpido; que era eso que nos hacía detenernos en el último momento. Pero el tiempo no me había enseñado eso a mí, el tiempo sólo me había enseñado a odiar a las personas que le hacían daño a los que me rodeaban y a dar mi vida por los demás esto solo solía ocurrir cuando encontraba de verdad un buen amigo, pero en ese momento el caso era inexistente. Pocas veces hacía algo para mi misma, nunca me detuve a pensar en que, por primera vez, tal vez debería pensar un poco en mí y menos en los demás.

Pero, ¿De dónde venía esto?

Tal vez provenía del deseo de tener a alguien en este mismo momento junto a mi. Mientras yo estaba sentada en medio del sombrío auditorio, observe como la puerta casi imperceptible se abría de un solo tirón, reconocí de inmediato una cara ya algo familiar, según sabia aquella chica de cara angelical y rizos dorados, era una de las cantantes principales o algún cargo de importancia relacionado con el grupo de música, la chica camino hasta la tercera fila y saco un objeto que casi no pude reconocer. Suspire, un poco frustrada, hasta ella se veía que tenia una vida mucho mejor que la mía, -¿Analeigh?- Pregunte algo confusa, y no podía ser de otra manera, ya que no solía socializar con personas con las cuales no había cruzado muchas palabras.

En realidad, estar en ese lugar tenia ciertas desventajas tales como, que alguien entrara y posara toda su atención en ti, pero a mi me importaba muy poco al fin y al cabo siempre había sido un poco rebelde, es mas hasta aveces un poco asocial con los demás, esa era la principal razón del porque yo no tenia muchos amigos, finalmente la mayoría terminaban dejándote solo enfrentando la realidad.

Ninguna explicación era valida para ir en contra de mis pensamientos, ya mas de uno me lo había hecho y cada vez lo comprobaba aun mucho mas, de igual forma habían sido mis padres, siempre preocupados por el dinero y lo material pero nunca dedicaban un solo minuto de mi tiempo para mi, y ahora estaba qui sola y con muchas responsabilidades con las cuales tenia que cargar.

Desperté de mi laguna de pensamientos, al escuchar como una voz dulce y melodiosa se hallaba en el lugar, -Pues en realidad, pensaba que....- hice una pausa -Si es de tu gusto, ya sabes, eres de las mejores del grupo me podrías ayudar no se con el piano o en la voz.. si estas muy ocupada creo que lo comprenderé-. Yo no solía ser de ese tipo de personas que encontraba a alguien y de inmediato aprovechaba para pedirle favores o algo similar, era mas bien poco cordial.

Y esa era la mejor opción, la soledad. Algunas veces soñaba por encontrar algo que me acompañara, alguien que me apoyara, alguien con quien desahogarme, un amigo o quizás encontrar el amor, pero mi forma de ser no me ayudaba en nada, era muy reservada hasta en las clases de música y demás por eso todos me ignoraban. No cabía duda que en la Academia todos y cada uno de nosotros asistía allí no por sus facultades intelectuales sino mas bien por sus condiciones económicas, nunca faltaban los que se creían mucho mas que lo demás, ya fueran animadoras o deportistas.

Mis demás compañeros, de grupo eran mucho mas sociales, pero aun así la gran mayoría preferían guardar sus voces al relacionarse con los demás. Aparte de las personas estaba mi talento, ni yo misma sabia como había llegado hasta este punto, no era la mas mala pero tampoco de las mejores entre las que se destacaba Analeigh, y Amelia, la melodía de sus voces era increíble y aun mas la forma en que tocaban los diferentes instrumentos.

-¿Que dices?-, Continué señalando le algunos de los instrumentos que yacían sobre el escenario, y no era para mas, seria un verdadero honor, que alguien como ella me enseñara un poco mas de esto, que mas que simplemente ser música, también era arte.

La verdad es que me había sorprendido su proposición, no era lo que me esperaba después de encontrar las llaves de Amelia pero a mí siempre me gustaba ayudar y más cuando me lo pedían, a veces me decían que era un poco inoportuna. Levante las cejas un poco incrédula, aun no me lo creía, aunque me halagaba mucho que me preguntara siempre me seguía emocionando con esta clases de cosas. Avancé hasta llegar al borde del escenario, no estaba prepara pero siempre se podía hacer algo-Claro…sería lindo-le di la espalda para apoyar mis manos en el piso del escenario y tomar impulso para poder subir, deje algunas de mis cosas en el suelo y otras las lleve hasta el piano-Bien-susurre mirando las teclas y la silla-¿Qué propones? Podemos cantar o si quieres puedo tocar el piano mientras tú cantas y te digo que pasa con tu voz-me recargue ligeramente mientras la veía, parecía bastante linda y al parecer o por lo menos conmigo un poco tímida. Suponía que eso de pedir favores no era algo que hacía, de hecho ni yo lo hacía y cuando lo hacía debía tener mucha confianza para no sentirme como ella.

Me había entrado mucha curiosidad el porqué tenía esa cara, como si el mundo no fuera suficientemente bonito y sonreír, estaba de acuerdo en que no todos teníamos la misma suerte pero si estabas en la Academia era por algo y estar feliz te ayudaba mucho. No quería preguntar aunque me moría de las ganas, un consejo nunca venían mal a nadie, me quede callada dejando que decidiera. Jamás me había puesto a pensar en que estar arriba de un escenario me hacía sentir bien, feliz aun cuando no estuviera actuando o haciendo algo, era como parte de mi, algunas personas ya nacían con su otra mitad iluminada por los reflectores y yo sin ellos simplemente no era yo.

Volví mi mirada hacia ella-¿Ya decidiste?-sonreí amigablemente, yo era una buena persona incluso demasiado buena para ser verdad a menos de que no tomara mi medicamento o se metieran conmigo o alguien que quería, eso no era bueno, muchos ya lo sabían y por eso guardaban su distancia a menos de que fuera de forma profesional. Aun así siempre escuchaba hablar de mí con sobrenombres como la rubia o ricitos y la mayoría de los comentarios eran buenos.